No llama a la puerta, no pide permiso… simplemente entra. Ataca despacio, o al menos tarda uno en darse cuenta que lo tiene encima. Se come a tu pepito grillo, y habla como si fuera el… sus palabras retumban una y otra vez, no paran de atormentarte. La noche, la oscuridad, el silencio… de ellas se nutre, de ellas… y de tu propia debilidad. Sabe donde te duele, lo sabe todo de ti, sabe donde tocar para hacer más daño. Sin piedad.
Va ganando fuerza en cada batalla, justo al contrario que tu. Tratas por todos los medios de luchar… luchar? no, lo que intentas es simplemente ahuyentarlo, tratas de esquivarlo… pero no, el pensar en no pensar es pensar. Y eso lo hace más grande, el verse siempre victorioso. A veces se pueden oir sus carcajadas, cuando te ha vencido y consigue doblegarte. Es un monstruito que llega cuando estás más débil y solo te libras de el cuando eres consciente que te está vaciando. Pero no vale solo con eso, una vez eres consciente, debes luchar… esa lucha no puede ser al escondite como antes, hay que luchar de frente, llenar todo el arsenal posible y pelear.
Hace un momento conseguí un polvorín. Pequeño, pero me hizo pensar en la batalla. Ahora, el monstruito vio las armas y trata de destruirlo. Si, creo que con ese armamento no llego lejos… mmmm pero vi una pequeñísima lucecita al fondo, y ya es algo. Volveré a rebuscar más y mejores armas, la lucha ha comenzado, te venceré monstruito, si no es hoy, será mañana.