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Carlos y Helena

La luz en las almenas

Helena apagó y encendió su flexo en la ventana a la hora de siempre, escuchaba el sonido del interruptor al apagar y encenderlo, a veces lo apagaba y encendía dos veces, otras tres o cuatro… el número de flashes no era baladí, tenía su significado. Aquella noche quería escuchar la voz de Carlos, su lejano y cercano amigo.señales

Unos instantes en la ventana, con la mirada fija hacia la oscuridad de la noche. Pese a ser algo que venía haciendo desde hace casi un año, siempre sentía algo especial durante aquellos segundos que transcurrían hasta que a lo lejos veía como se encendía una pequeña luz. Diminuta, casi nadie se daría cuenta de ella, pero para Helena brillaba más que la hoguera de San Juan.

Carlos, tras encender uno de los mecheros que tiene guardados desde que dejó el vicio del cigarro, se levantó y miró a lo alto de la torre de Helena. Muchas veces había pensado en que aquello era un castillo, de esos medievales con almenas y todo, y que allí se encontraba una princesa inaccesible. Con la mirada en el noveno B, -no ve, no ve- casualidades del destino en el que Carlos no creía, esperaba con un sabor entre dulce y amargo el posible eco de aquel querido y maldito flexo.

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Carlos y Helena

Luz roja

Desde lejos, pero no lo suficientemente lejos como para no poder adivinar la tenue luz roja del noveno piso de la torre Magdalena. Carlos sabía que allí estaba Helena, y no precisamente sola. Era en aquellos momentos cuando no podía evitar que se le escaparan algunas lágrimas de tristeza, que bajando por sus mejillas acababan cayendo suavemente al suelo mientras sus ojos no podían dejar de mirar a lo alto del edificio.

De pie, frente a la persiana entreabierta, daba vueltas a su último encuentro con Helena. A esas miradas de complicidad que nunca faltaron desde que se conocieron.

Ella en cambio, al mirar desde su ventana solo veía oscuridad, imposible adivinar el brillo en los ojos de Carlos…. se estaban mirando el uno al otro, pero estaban demasiado lejos para poder verse.

carlos

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Mongolito's posts

Contagia alegria

Mongolita me pasó un powerpoint de esos de «autoayuda». Entre las frases que aparecen tras las típicas cortinillas me quedó en el recuerdo una: Aléjate de las personas tristes. Como demonios! … aléjate de los pobres si quieres ser rico, aléjate de los perdedores si quieres ganar, aléjate de los moribundos si quieres vivir, aléjate del hambriento si deseas mantener tu comida, aléjate del loco si quieres mantener tu cordura, aléjate de los enfermos si no quieres contagiarte….

No hay mayor alegría que contagiarla a las personas que se sienten tristes. Merece la pena arriesgarse.

Contagiar alegría

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Mongolito's posts

Fotos y brumas

Recordar algo de los días de parranda suele resultar a veces un tanto complicado, supongo que los edulcorantes que contienen los refrescos que tomamos por las noches son los cumpables de estas espesas brumas en nuestras sanas mentes.

Ultimamente me ha dado por la fotografía, pero no la de los grandes teleobjetivos ni las super macros en la Nikon/Canon de turno, ni tan siquiera la compacta fuji de 12 megapixels que me compré no hace mucho para matar el gusanillo con algo baratito. Como suelen decir por ahí, la mejor cámara es la que llevas encima.

Con mi modesta cámara del móvil me divierto sacando fotos a diestro y siniestro, matando el gusanillo del fotografillo que llevo dentro. Quizás más adelante me de por comprarme esa camarita Canon que siempre suelo mirar, pero por ahora prefiero invertir en un teléfono con una cámara mejor.

A lo que iba, resulta que ahora al despertarme tras una noche de juerga, siempre tengo a mano un limpia brumas en las fotos de mi móvil. No hablaba antes exactamente de esas fotos, pero también.

Algunas fotos de ayer antes de que aparecieran las primeras brumas, las del mongolito haciendo el mongolito, otro día……

[no foto]